La Diócesis de Sonsón Rionegro, en cabeza del obispo diocesano, monseñor Fidel León Cadavid Marín, rindió un sincero homenaje a las víctimas del trágico accidente aéreo ocurrido en nuestro territorio eclesial el pasado lunes 28 de noviembre, a través de una Celebración Eucarística en la Basílica Menor Nuestra Señora del Carmen, en La Ceja, el pasado jueves 1 de diciembre a las 5;00 p.m.
La ceremonia contó con la presencia de la Secretaria de Gobierno de Antioquia, el Alcalde de La Ceja, integrantes de las Escuelas de Fútbol, en las divisiones menores de Atlético Nacional, sacerdotes, religiosas y comunidad en general de diferentes partes del territorio, que se acercaron para rendir un homenaje póstumo a las víctimas mortales del siniestro aéreo, a orar por sus familias, para que Dios les conceda fortaleza en ese momento de dolor y para pedir también por los sobrevivientes, para que logren una pronta recuperación.
En la homilía, el obispo diocesano expresó que este tipo de acontecimientos tocan la fibra más profunda de nuestra humanidad y de nuestra fe: hacen aflorar, junto con el dolor y la sorpresa, los más nobles sentimientos de solidaridad, de igual manera, recordó el homenaje que se había hecho el día anterior en el estadio Atanasio Girardot en Medellín, que se convirtió en una manifestación blanca y de luces de un solo corazón, para confundirse en un abrazo solidario de países hermanos. Aprovechó la oportunidad para transmitir nuevamente el mensaje de dolor del Papa Francisco por esta tragedia y añadió su sentimiento de pesar por esta calamidad.
«Que Dios les haga vivir la alegría plena del cielo donde se nos asegura que los gritos, la alegría, la euforia, la pasión tendrán más éxtasis que un gol y que una victoria… Donde juntos se celebra el triunfo del amor y donde todos seremos una sola tribuna de hermanos en un abrazo eterno».
Durante la ceremonia, se encendieron unos cirios por cada uno de los pasajeros del vuelo, además se hizo la ofrenda floral junto a los rostros de muchos de los que fallecieron en ese accidente, como una ofrenda a Dios por sus vidas de entrega, alegría y felicidad, por haber hecho lo que era agradable al Creador.
