Celebramos la Fiesta del Buen Pastor, en la Curia Diocesana

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dioc-buenpastorcuria2017Este martes 9 de mayo, celebramos en la Curia, la Fiesta del Buen Pastor, con el Obispo diocesano, los delegados episcopales y el personal de la Curia diocesana, como una oportunidad para agradecerle a Dios por el regalo que ha hecho a nuestra diócesis, con la presencia de los pastores que acompañan la labor pastoral en nuestra iglesia particular.

La jornada empezó con la Celebración Eucarística, presidida por monseñor Fidel León Cadavid, nuestro obispo. En la homilía, el obispo insistió en que un pastor no solo es el que guía, sino que está pendiente y comparte todas las situaciones del rebaño, lo que lleva a una implicación total. Dios siempre está ocupado y disponible totalmente con nosotros y para nosotros. “Solo el buen pastor hace eso, comparte todo con las ovejas, calor, frío, ataques de ladrones o lobos, está compenetrado con su rebaño. Entendamos la preocupación de Dios de esa manera, preocupado por nosotros, porque de otra forma no se entiende lo que hizo Jesús ‘sufrió por ustedes’. Se nos indica cómo asume Jesús la misión, dándonos un ejemplo para seguirlo”.

Alrededor del pastor está la figura de la oveja, hay una relación, por eso hay que hablar de los dos. A todos se nos invita a ser ovejas, seguidores de Jesús. Para identificarnos como discípulos es necesario: identificar, reconocer la voz, una voz confiable, la voz del pastor. Ser discípulos es escuchar la voz de Jesús, él tiene palabras de Vida Eterna, esa voz da sentido y clarifica nuestra vida, nos centra en su existencia. Si no es la voz verdadera, es una extraña, ¿Cuántas de estas hay en el mundo? ¿Cómo identificar la del buen pastor entre tantas? El deseo de novedad  nos lleva a veces a alejarnos de la verdadera, por tratar de descubrir qué hay: “El pastor nos llama por nuestro nombre, nos conoce por el nombre, siempre suena bonito cuando nos llama, lo que indica una relación personalizada, así es el amor de Dios. La fe es un encuentro, una comunicación, una comunión, en aquel que puedo creer que me seduce. De ahí parte el seguimiento”.

Nosotros debemos ser ovejas fieles, insistía el obispo, porque no debe haber duda en nuestro seguimiento y repuesta a Dios. Pero existen deformaciones, nos alejamos, nos dejamos llevar de nuestro parecer, somos tercos, desconfiamos de la voz; pero, fundamentalmente, el seguimiento está en eso, en escuchar la voz del Señor, en tener la certeza de que el Evangelio es la mejor palabra la mayor identificación del seguidor de Cristo. Debemos sentirnos amados por Dios que nos conoce. El conocimiento que tiene Dios de nosotros los debe dar la confianza para afrontar las exigencias que el Evangelio nos pide, amar a su manera.

Mirando los Pastores, San Juan nos da dos maneras posibles de relacionarnos con las ovejas: el que conoce a las ovejas, entra por la puerta y llama a las ovejas o el bandido, el que salta el muro. Esas dos maneras están tipificadas en el interés real por las ovejas, el de Dios de darnos vida plena en abundancia; o del otro, que nos quiere robar. Esas dos son las maneras en que podemos ser buenos o malos pastores y cada uno debe determinar cuál es. Tenemos el ejemplo del buen pastor que se compromete y está con su comunidad, ese da la vida. O el otro, que solo busca sus intereses.

“Que esta figura nos ayude a clarificar nuestra vida como cristianos, qué tipo de ovejas o pastores somos. No solo los sacerdotes, obispos o consagrados, sino que el compromiso de entrar por la puerta es de todos los que tienen relaciones con la comunidad, dirigentes, maestros, y todos aquellos que ejercen un liderazgo en las comunidades. De ellos también es la responsabilidad de entrar por la puerta que es Jesús y llevar a los demás a través de esa puerta, no a través de los ladrones”, concluyó monseñor Fidel.

La celebración terminó con un desayuno realizado en la Casa Pan y Vida San José, donde en un momento ameno y fraterno, se pudo agradecer a cada uno de estos sacerdotes que entregan su vida en la labor encomendada por Dios.

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