
Con la participación multitudinaria de la comunidad de El Santuario, Monseñor Fidel León Cadavid Marín, obispo diocesano, presidió la Ceremonia de desagravio por la profanación que sufrió el templo parroquial de «Nuestra Señora de Chiquinquirá» en la madrugada del lunes 23 de mayo, después de que unos ladrones robaran varios copones, custodias y cálices y profanaran el sagrario con la reserva Eucarística.
La ceremonia de desagravio contó con la presencia de varios sacerdotes, autoridades civiles y de policía y la compañía de gran cantidad de fieles que se reunieron desde las 6 de la tarde esperando la reapertura del templo, que se dio alrededor de las 6:30 p.m. después de la oración de desagravio y el canto de las letanías.
En la homilía, monseñor decía que “hoy nos ha movido a manifestarnos, el sentimiento de tristeza, porque el lugar sagrado y signo de nuestra fe, el orgullo de esta comunidad creyente, católica, ha sido objeto de una profanación; que se le haya dado un uso distinto de para lo que fue construido, para ser un lugar santo”. Recordaba, también, que el acto de reparación que se ha venido a hacer, juntos, es un acto de amor a Dios, para pedirle perdón por lo que hace indebido en un lugar que tanto identifica a la comunidad local, porque nunca se quiere que el nombre de Dios sea profanado.
Además, decía, monseñor, que no solo se ha irrespetado a Dios, sino a toda la comunidad “Sentimos indignación, porque nos sentimos tocados en valores fundamentales; si Dios es lo primero ¿por qué se meten con Dios, con nuestro Dios, por qué afrentan nuestra fe, nuestra comunidad Cristiana?”. Este acto de profanación, indicaba el obispo, es una manifestación de miseria espiritual personal, porque no se es capaz de reconocer que hay Dios y, menos aún, que respeta la creencia del otro “Siempre que se pierde a Dios del horizonte, se va a perder el respeto por todo lo demás”.
“Queremos que el templo recupere el esplendor de tu presencia y la compañía de tu pueblo que te ama”, clamaba el obispo diocesano a Dios, a la vez que invitaba a la comunidad a acompañar en acto de reparación durante todos estos días antes de la celebración del Corpus Christi, del cuerpo y la sangre del Señor, a los sacerdotes y a Dios, en este templo que de nuevo se abre para la vivencia de la liturgia y la manifestación de la fe.
Al término de la celebración, se hizo traslado de la reserva Eucarística hacia otro de los sagrarios de la Parroquia, mientras el principal se lleva a proceso de restauración y reparación.