Los días 13 y 14 de agosto se llevo a cabo en la ciudad de Bogotá el III Congreso de las Comunidades Eclesiales por el Reino CER, dicho evento estuvo enmarcado en la celebración de los 20 años de inicio de este proceso de evangelización. El tema central fue la formación dentro de las comunidades a partir de la invitación del apóstol Pablo en la Carta a los Gálatas «hasta ver a Cristo formado en ustedes». La delegación de la Diócesis estuvo integrada por 75 personas, sacerdotes y laicos.
Las Comunidades Eclesiales por el Reino de Dios no son un movimiento eclesial o una asociación de fieles laicos. Se trata, más bien, de una experiencia de vida cristiana, que a partir de un proceso de evangelización y un compromiso personal de responder a Dios que nos ama y nos habla, busca, con la fuerza del Espíritu Santo, vivir en pequeñas comunidades, como en el comienzo de la Iglesia, la alianza y la gracia del Bautismo.
Las CER son un sistema o metodología al servicio de las parroquias para tener agrupaciones estables y orgánicas de 15 a 25 personas, que siguiendo a Cristo aprenden a vivir la palabra de Dios, a amarse mutuamente, a celebrar la salvación y a compartir con otros lo que reciben.
Las CER no buscan expropiar las parroquias de algunos de sus miembros para hacer otra asociación paralela, sino poner a los miembros de las parroquias que lo deseen en una dinámica concreta de nueva evangelización.
Las CER, son una metodología sencilla y abierta, flexible a las circunstancias y experiencias particulares, compatible con la vida ordinaria de sus miembros, de fácil adaptación a la vida diocesana y parroquial, que quiere respetar el ritmo de las personas y de las comunidades y que da amplio espacio a los laicos en comunión con sus pastores. Pero es también una metodología sólida y completa, que promueve una profunda espiritualidad, que entraña una clara eclesiología y que implica una armoniosa organización.
Las CER no son ni el único ni el más perfecto sistema de evangelización; son una humilde y válida propuesta que la bondad de Dios ha permitido que esté ayudando en este momento a que la Iglesia realice su identidad y cumpla su misión. Se proponen, efectivamente, hacer un anuncio kerigmático y crear un ambiente comunitario que propicie la formación y la vida de auténticos cristianos sin fanatismos, sin rigorismos morales, sin marcas ideológicas, sin deviaciones devocionales y sin aislamientos de la comunidad eclesial.