
La Diócesis de Sonsón Rionegro acogió el 48° Retiro Latinoamericano de Sacerdotes
El corazón del Oriente antioqueño fue testigo de un acontecimiento de gracia y comunión: la Diócesis de Sonsón Rionegro, junto a la Asociación Sacerdotal Siervos del Espíritu Santo, acogió el 48° Retiro Latinoamericano de Sacerdotes, un espacio de renovación espiritual que congregó a más de 300 presbíteros de distintos países de América Latina.
Este encuentro, celebrado en la Ciudadela de Jesús en La Ceja, respondió al sueño sembrado hace 48 años por Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo, recordado obispo de nuestra diócesis, quien vislumbró la necesidad de un espacio donde los sacerdotes pudieran encontrar en la oración, el silencio y la fraternidad un camino para fortalecer su vida espiritual y pastoral.
Un encuentro marcado por la acción del Espíritu
Durante los días del retiro, los sacerdotes participaron en intensos momentos de oración, adoración, testimonios de vida sacerdotal y fraternidad. Las enseñanzas estuvieron iluminadas por la predicación de Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de Orihuela-Alicante (España), quien recordó que la misión del sacerdote consiste en “caminar con su pueblo con un solo corazón, una sola alma y una misma misión: anunciar el Evangelio con alegría”.
Clausura con Asamblea de Oración por los Enfermos
El retiro concluyó con una Asamblea de Oración por los Enfermos, un espacio de fe y esperanza que reunió a numerosos fieles en torno a la Hora Santa y la Eucaristía, presidida por Mons. Munilla. Allí se elevó una plegaria especial por todos los que sufren, recordando que la Iglesia acompaña y consuela en el nombre de Cristo.
Frutos para la Iglesia
Este retiro reafirma a la Diócesis de Sonsón Rionegro como tierra fecunda de espiritualidad y misión, y a la Asociación Sacerdotal Siervos del Espíritu Santo como instrumento de comunión y servicio al clero en toda América Latina.
Cuando los sacerdotes se encuentran con Cristo en fraternidad, la Iglesia entera se renueva y se fortalece. Este 48° Retiro Latinoamericano es un signo vivo de esa esperanza.