
Francisco recordó las características de los santos que se destacan en el libro del Apocalipsis. »Personas que pertenecen totalmente a Dios… una multitud inmensa de elegidos, vestidos de blanco y marcados por el sello de Dios», y explicó el significado de llevar el sello de Dios. »En Jesucristo nos convertimos realmente en hijos de Dios. ¿Somos conscientes de este gran regalo? -preguntó- ¿Recordamos que en el Bautismo hemos recibido el »sello» de nuestro Padre Celestial y nos convertimos en sus hijos? ¡En esto radica la raíz de la vocación a la santidad. Los santos que hoy recordamos -añadió-son los que han vivido en la gracia de su Bautismo, han conservado intacto el «sello» comportándose como hijos de Dios, tratando de ser como Jesús; y ahora han llegado a la meta, porque finalmente «ven a Dios así como es».
»Son ejemplos para imitar -destacó como segunda característica-. No sólo los canonizados, sino los santos, por así decirlo, »de la puerta de al lado», que, con la gracia de Dios, se esfuerzan por practicar el Evangelio en la cotidianidad de sus vidas». »Imitar sus gestos de amor y de misericordia es un poco cómo perpetuar su presencia en este mundo. Y, de hecho, esos gestos evangélicos son los únicos que resisten a la destrucción de la muerte: un acto de ternura, una ayuda generosa, un tiempo de escucha, una visita, una palabra amable, una sonrisa … A nuestros ojos, estos gestos pueden parecer insignificantes, pero a los ojos de Dios son eternos, porque el amor y la compasión son más fuertes que la muerte».